miércoles, 9 de enero de 2013

Kuala Lumpur



Kuala Lumpur
Es sábado, y mi primer día libre en Malasia. Mi guía dice que todos los días salen a la venta 1.400 entradas gratuitas para subir al puente volante que une las dos torres Petronas y que estás suelen agotarse en torno a las 9:30 de la mañana (el puente de cristal está a menos de 200 metros de altura, y no se puede llegar más alto, lo cual me frustra un poco). Vivo extremadamente lejos de las torres así que toca madrugar, a las 7 estoy despierto y duchándome en mi cubículo preferido, el que se inunda pero al menos no tiene un agujero del que salen cucarachas (aún no las he visto pero me han dicho que, junto a las ratas de la cocina y del baño de arriba, son bastante comunes a primera y a última hora del día).

Después de desayunar dos puñados de arroz (literales, aquí se come con las manos en muchos sitios y es algo comúnmente aceptado así que ¿por qué fregar cubiertos o platos?) salgo a buen paso y consigo llegar a las torres en torno a las 9 de la mañana. Esta vez no hay pérdida posible, pues los edificios gemelos se ven casi todo el rato en la lejanía. Su arquitectura resulta fascinante, sobre todo por el acabado anguloso de las aristas que separan cada piso del siguiente, que le da un aire futurista que rivaliza con el estilo más clásico de los otros edificios gigantes que había visto hasta ahora, los rascacielos de Manhattan.

The Petrons!

Entro rápido en el colosal vestíbulo temiendo haberme quedado sin entradas después del madrugón, tan solo para descubrir que hay entradas  pero que cuestan 80 riggit cada una (unos 20 euros, claro, hay entradas de sobra). El problema de tener una guía desactualizada es que estas cosas pasan, y la mía es de 2007. No hay entradas gratuitas desde 2011 (the crisis, que también llega a Malasia).

Bueno, 80 riggit me parece una barbaridad para no llegar ni a subir 200 metros, por muy guay que sea estar suspendido en un pasillo de cristal entre dos torres gemelas. Me siento en el vestíbulo y lo medito durante unos 15 minutos…Al final decido que no pago y me voy a pasear al parque que hay al píe de las torres, desde donde echo algunas fotos e intercambio unas palabras con una chica asiática de nacionalidad indeterminada que también viaja sola. Nos hacemos el favor de tomar fotos el uno del otro con las torres y seguimos nuestros caminos.

Sé que hay otro mirador en la torre de televisión que está como a media hora de las Petrons así que allí me dirijo. Por el camino, el hambre me obliga a parar en un restaurante donde tomo mi segundo desayuno a un precio irrisorio: calamares muy picantes con arroz y verduras también muy picantes (ojo, son las 10 de la mañana, mi estómago estas cosas no me las perdona).

Cuando llego, compruebo que existe un servicio gratuito de furgonetas que sube hasta la colina donde se sitúa la torre de televisión, que me recuerda mucho al clásico Pirulí de Madrid (junto al que vivía). La entrada vale solo 47 riggit y la altura del mirador es de más de 350 metros, la relación calidad precio es evidentemente mejor que en las torres gemelas.

Desde arriba las vistas permiten analizar la interesante mezcla que se produce en Kuala Lumpur entre rascacielos de corte futurista y zonas absolutamente devoradas por la jungla (no todas ellas pertenecen a los gigantescos parques, algunas son simplemente solares donde no se construye y en los que la naturaleza gana la batalla a las tareas de mantenimiento). Además hay telescopios gratis, lo cual hace que me quede en el mirador más de una hora (total, el haberme levantado tan pronto me permite ir todo el día sin ningún tipo de prisa). Intento ver algo curioso, como un ajuste de cuentas en algún callejón, gente tomando el sol desnuda en las azoteas, un tigre corriendo por alguno de los parques… Pero nada, lo más interesante que veo es a un obrero inmóvil, de píe en el extremo de una viga sobre el vacío a más de 200 metros de altura en un edificio en construcción, pero enseguida vuelve a la seguridad del suelo firme, como si me hubiera visto espiar su actividad extraña desde el mirador.

Tras bajar, intento sin éxito que unas cacatúas enormes que hay en el vestíbulo de la torre digan algún insulto en español, después, continuo hacía el siguiente objetivo de la ruta que planifiqué la noche anterior con ayuda de mi mapa, Chinatown.  

Se trata de un barrio muy animado de casas bajas, muchas construidas durante principios del siglo XX, en el periodo colonial inglés (que duraría más de un siglo, hasta 1957). Las calles y el ambiente ya hacen que la visita merezca la pena por si solos, hay un mercado muy animado y lleno de ploductos de imitación muy balatos (“yes yes, authentic nike, leally good, it´s tlue”, amo a estos vendedores así que me parto hablando con ellos un rato).

Después de andar un rato por allí, encuentro un sitio increíble en un callejón muy pequeño y escondido. Se trata del templo taoísta de Sze Ya, al parecer el más antiguo de esta religión en Kuala Lumpur, y lo curioso es que está encajonado, casi aplastado, por dos edificios modernos, normales y hasta feos (aunque la verdad, nada sorprende después de haber visto el impresionante templo dorado de Katmandú, al que se accedía por un pórtico que desde fuera podría haber pasado completamente desapercibido para el viajero poco observador por parecer una vivienda estándar y carente de todo interés).

Dentro hay un pequeño patio con un mendigo que me pide dinero a cambio de señalarme, sin moverse del banco donde reposa, la puerta del templo, que yo evidentemente veía al estar esta flanqueada de dos enormes tronos dorados e indicada con vistosos caracteres chinos. Por supuesto, le doy las pocas monedas sueltas que llevo y entro con su bendición. El interior es magnífico: Pese a ser un edificio diminuto, hay mucha gente haciendo su vida allí, ya sea fabricando esculturillas de madera, rezando, tocando campanitas metálicas regularmente o vendiendo incienso. También hay un gran horno de ladrillo ennegrecido en la entrada donde se echan ofrendas y grandes cartulinas rojas con mantras colgadas del techo y las paredes, cosas que no había visto en los templos taoístas de China; en general, es todo más colorista y sobrecargado que allí. Hay paneles de madera tallados con un detalle impresionante y tres o cuatro altares diferentes con ofrendas variadas en forma de comida, flores, huesos de frutas (?), figuritas de cerámica fina representando a los dioses o barritas de incienso, entre otras muchas cosas.

Al ser un lugar muy pequeño y totalmente lleno de objetos y gente, llego a sentir que estorbo en cierto modo, pero no quiero irme tan pronto. Inclino la cabeza ante una anciana china que toca campanas y que debe ser la principal sacerdotisa (si es que se llama así en el taoísmo) y ella me sonríe ligeramente sin decir palabra, dándome con ese gesto su beneplácito para que esté por allí un rato más.

Y en efecto, me quedo encantado durante un rato largo, pues la paz que se respira es inspiratoria. Por supuesto, dada su (privilegiada) localización escondida, soy la única persona ajena a la vida del templo que hay allí, aunque por un momento, siento que pertenezco al lugar de algún modo.
Con gran pesar, me despido del mendigo y abandono el lugar, prometiéndome que volveré regularmente por allí.

Templo Sze Ya

Continuo paseando por Chinatown y en un momento dado decido desviarme de la calle principal y colarme por un callejón que me resulta atractivo por estar lleno de guarrería y de chinos que entran y salen. Allí me encuentro con un espectáculo que no me esperaba: El callejón es en realidad un complejo de calles cubiertas y muy estrechas donde hay un mercado enorme de productos frescos chinos. Ojo! Es probablemente el lugar más asquerosamente duro para los amantes de los animales en que he estado en mi vida. He colgado un vídeo que grabé allí dentro (solo 2 minutos) para que podáis haceros una idea de lo que era aquello, recomiendo que los que se consideren amantes de los animales o vegetarianos radicales no lo vean, aquí está el link:http://youtu.be/-5bZNWb9dlA 

En el vídeo no se ve, pero en otra sección del mercado, más allá de donde se ve al tipo semidesnudo cortando pescado, había un puesto de carne con gatos medio moribundos en jaulas pequeñísimas, ogserven la foto:

Estaba el señor Don Gato, sentadito en su tejado Marrama miau miau miau (8)

Después de darme un par de vueltas por allí y salir bastante impactado, sobre todo por el olor, sigo un poco más y me encuentro con el templo Mahamariamman, hinduista, que posee una puerta de entrada a forma de amalgama de estatuas  de 20 metros de altura bastante impresionante. Por dentro es muy tranquilo aunque no tiene demasiado que ver, a parte de la típica iconografía hindú estridente y recargada. 

Templo Mahamariamman

Continuo hacía el sur de Chinatown mientras empieza a nublarse. Allí encuentro otros dos templos taoístas, situados en una rotonda en la que también está el parlamento de asuntos chinos (al suponer un tercio de la población de Malasia, son una comunidad con bastante poder). Uno de ellos está dedicado a la diosa Guan Yin de la clemencia de los mares del Sur, pero por desgracia, y pese a haber un Buda Sakyamumi en el segundo de ellos, ninguno consigue transmitir las sensaciones de Sze Ya.

Era hora de comer, así que decido buscar un sitio de comida china auténtica, cuanto más sucio y tradicional mejor (por desgracia, no escarmenté suficiente en mi viaje a China). No obstante, durante la búsqueda comienza una tormenta tropical de las moderadas pero perfectamente capaz de inundar las calles en pocos minutos, así que me veo obligado a parar en el primer sitio que veo, una carpa de comida india. Pido señalando lo que tiene mejor aspecto de entre los platos expuestos y como un curry picante con arroz y pollo bastante decente regado con zumo de piña demasiado espeso y algo grumoso (pero grumoso sospechoso, no de pulpa).

Después debo esperar al menos media hora hasta que la lluvia para algo y me permite continuar. Siguiente parada, la plaza Merdeka (Merdeka = Independencia). Allí se encuentra el que al parecer es el mástil con bandera más alto del mundo, de 100 metros (al menos era el más alto en 2007, guías desactualizadas…), de donde se arrió la Union Jack el 31 de Agosto de 1957 para izar la bandera malasia. 

Plaza Merdeka

La plaza resulta muy curiosa porque en realidad no es una plaza sino un gran campo de cricket de la época colonial. A un lado del césped están los edificios del club Selangor, sede social de la élite del país desde principios del siglo XIX, muy coloniales, bajos y de madera. Enfrente está el edificio del Sultan Abdul Samad, que es curioso porque mezcla arquitectura mogola (del gran imperio mogol de la India), arábica y colonial, y destaca por la belleza de sus suaves cúpulas bañadas en bronce. Al Sur de la plaza están la galería y la biblioteca nacionales y al Norte, por donde me dirijo, unos arcos conmemorativos que no recuerdo que conmemoraban y la catedral de la Santa María (construida por los colonos ingleses en el siglo XIX), que me impresiona bastante por estar totalmente desierta y porque nunca había visto un santuario cristiano colonial (ver foto si se quiere apreciar las diferencias con las catedrales metropolitanas europeas).

Catedral de Santa María

El siguiente destino, y ya último, es Little India, al Norte de la gran mezquita de Jamek, que desgraciadamente se encuentra cerrada por reformas. Antes de seguir hacía allí, otro chaparrón más corto me retiene en el soportal del edificio del Tribunal de Faltas Menores (vaya por dios…), que llega a inundarse de tal forma que los que nos refugiamos allí acabamos apiñados en los escalones superiores de la entrada.

Little India me gusta menos que Chinatown, quizá sea porque no me permiten entrar en la Masjid India (Masjid = Mezquita) por no ser musulmán, fastidiando así mi propósito de visitar una catedral, una mezquita, un templo hinduista, uno taoísta y otro budista/taoísta en un mismo día. También puede ser debido a que a estas alturas ya empiezan a dolerme los píes de tanto andar (recuerdo que había salido a las 7:30 de la mañana y son ya en torno a las 17:30).

En la puerta de la mezquita, no obstante, mientras me quejo de que no me dejan entrar, conozco a un malayo musulmán bastante divertido que me habla de las normas del Corán, y de como no permiten entrar a los no musulmanes en los santuarios. Le digo que yo he estado en mezquitas en España y en otros países europeos y acaba casi pidiéndome perdón por que no me hayan permitido el acceso.  Después me acompaña un rato y me habla de la cantidad de indios que se han convertido al Islam a lo largo de la historia, no solo en Malasia sino también en la propia India y del respeto que existe tanto aquí como allí por ellos y por los demás que han optado por otras religiones diferentes al hinduismo, como el budismo.

Nos separamos y yo prosigo mi caminar incansable atravesando otro mercado, este de productos indios, infinitamente más limpio y con olores mucho más apetecibles (flores, dulces, currys de muchos tipos, fritanga india, etc) y al mismo tiempo menos fascinante que el de Chinatown: http://www.youtube.com/watch?v=rJ3Rzhfsdgw&feature=youtu.be Pongo el vídeo para que se vea la diferencia.

Estoy llegando al final de mi recorrido por Kuala Lumpur y, aunque estoy destrozado, decido andar un poco más para llegar al Norte de Little India y ver los grandes emporios textiles llenos de trapos baratos que tienen allí y que seguro habrían atrapado como plantas carnívoras a mi madre y a más de una amiga mía. También hay una zona de bares con mejor pinta que el Triángulo Dorado.

Es entonces cuando vuelvo a casa, llego a las 7 pm, lo que significa que, quitando las paradas a comer, el rato de la tormenta y ambos trayectos en tren, he andado casi 10 horas en este sábado.
Mi compañero de habitación ha vuelto de su viaje, aunque no está en la habitación en ese momento, lo sé porque algunas de sus cosas han cambiado de sitio y porque ha quitado mi funda del portátil del que debe ser SU armario, comprado por él. Mis esperanzas de que quitara algunas de sus cosas para hacerme hueco en su interior se desvanecen, no tengo armario.

Es en la cena cuando conozco a una chica malasia muy maja que me encuentro luego en la terraza fumando a última hora. Es tan maja que me dice que tiene algo de marihuana escondida y que si quiero fumar con ella después. Desde luego a mí parece que las drogas me persiguen…porqué al igual que cuando me fui a Inglaterra, me había propuesto abandonar (o al menos reducir) todo mal hábito al venir a Malasia y, bueno, lo había conseguido durante dos días… Pero ¿quién puede decirle que  no a una chica guapa que te ofrece un canuto…? Eh ¿quién? Así que accedo prometiéndome que va a ser la última vez durante al menos un tiempo, ella dice que lo trajo de Tailandia y que no tiene más ni piensa comprar nada en Malasia, bien.

Fumamos una L de droja bastante fuerte y vuelvo a la habitación algo “high”, y es así como he de ver por primera vez a mi compañero de cuarto, italiano de 33 años, que empieza a preguntarme cosas sobre mí, sobre como me encuentro allí, y sobre muchas más cosas. La conversación se me hace eterna, los intentos de no parecer colocado lo empeoran, el tipo además es de mi departamento, me pregunta incluso por mi formación, aquello parece una entrevista de trabajo (recordemos las estrictísimas políticas anti drogas y anti todo de la ONG)… Mal rato chavales. Al final consigo evadirme y voy al baño a lavarme la cara y a despejarme un poco. Cuando vuelvo está en calzoncillos, bueno normal, vamos a vivir juntos en un lugar con temperaturas y humedad extremas, no vamos a ir vestidos todo el día.  La cuestión es que el tío es un tanto amanerado y casi me entra la risa (de hecho tengo grandes, grandísimas dudas sobre su sexualidad, oye, que por mi perfecto mientras nos respetemos), me empieza a hablar de nuevo, yo aguantando el tipo, terrible situación. Sinceramente, no sé qué primera imagen se llevaría de mí. Desde entonces he estado siendo amabilísimo con él para compensarle en cierto modo.

Aprovecho cuando hay un breve silencio para dar por terminada la lamentable conversación (lamentable por mi parte ojo, que el tío es educadísimo), me despido y me doy la vuelta en la cama para que no vea que aún sigo con los ojos bien abiertos y con la ralladura por si se ha dado cuenta y le dice a los jefazos que voy fumado por la vida. Tardo bastante rato en dormirme y así termino un día largo, agotador y estimulante por igual.

16 comentarios:

  1. Una pregunta Viltor:

    ¿Qué haces to puesto yéndote a la habitación con el requete en vez de quedarte con la pibi?


    Marrun dice: Qué envídia das con el viaje

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  2. Aquí se lleva la vida célibe, hay mucho control sobre eso (no solo en la ONG sino también en la ciudad, con carteles de prohibido besos o ir de la mano), si para fumarse un cigarro hay que esconderse imáginate... de todas formas en cualquier sitio, por muy rígidos que sean los cabrones, se las puede apañar uno para romper las normas

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  3. Pues ya sabes, nada de coger de la manita al italiano.

    Otra cosa, sube a las petronas, gástate la viruta que si no, luego te arrepentirás.

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  4. Dios el mercado ese derrocha salubridad a caudales vamos... xDDDD
    me hubiera encantado ver el momento ese de intentar mantener una conversacion con el italiano jajajajaja con los ojos tal que asi -.- intentando hilar palabras xD

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  5. El cubo de las tripas que se ve de pasada es una maravilla..

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  6. Vitin! Es agradable saber que allá donde vayas mantienes tu esencia "crapulesca", o vitinesca, por qué no decirlo. Lo bueno es que la impresión que le causaste al italiano fue tan mala que todo lo que venga después siempre irá a mejor... O no, no subestimemos nunca el poder del "crapulismo"... Y sube a las petronas!!!

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  7. Por cierto, ten mucho cuidado, el comando que he tenido que introducir para demostar que no soy un robot ha sido ETS ETS... y NO ES COÑA.

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  8. Vitin!!! Ayer entré por primera vez aquí y me encanta todo lo que cuentas (cubo de tripas incluido xD)... por favor, sigue escribiendo más cosas!

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  9. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  10. Vitin igual que otros te dicen que si no subes a las Petronas te arrepentiras, yo te digo come gato o te arrepentiras!

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  11. ...cómprate una bici (o róbala en su defecto)

    x cierto cuánta chinez, k molón parece todo, y k súper gato hipertrofiado!

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  12. Otra que se ha pasado por aquí, mola este blog, mola :) Sigue actualizando y dándonos envidia cochina!

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  13. Por cierto, ya que estoy, una pregunta: ¿se supone que viajar por esa zona es más o menos seguro para una mujer sola, o es como Sudáfrica, que te dicen todo el tiempo que no vayas sola a ninguna parte, que tengas cuidado con los taxistas que la mitad son violadores, etc. etc.?

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  14. No, el Sureste asiático es bastante seguro en este sentido, lo peor que te puede pasar es que te roben y es bastante raro. La gente está bastante reprimida sexualmente así que las violaciones son escasas (bueno el otro día hubo una muy bestia en la India pero son casos aislados). De hecho este finde conocí a una americana backpacke muy tarada que llevaba un año y medio recorriendo el sudeste.

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